No cambian las cosas si yo voy o vengo,
no mueren las rosas en un solo momento;
se tarda un suspiro, un suspiro lento,
que flota en el aire y seduce al poeta;
un suspiro lento, que sale del alma y ya nunca regresa.
Este es otro de los tapetes que hice de niña y no sabía en qué emplear. Con este cojín, me queda en casa un rincón totalmente hecho a mano que merecía la pena fotografiar.
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