No cambian las cosas si yo voy o vengo,
no mueren las rosas en un solo momento;
se tarda un suspiro, un suspiro lento,
que flota en el aire y seduce al poeta;
un suspiro lento, que sale del alma y ya nunca regresa.
Sencillas, blancas, simples, como yo. No magníficas, no, ni grandiosas, ni admiradas, como yo. Fiables y constantes, no defraudan. Sin cuidados, sin cariño, aún sin amor, florecen año tras año, sonríen estación tras estación.
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