No cambian las cosas si yo voy o vengo,
no mueren las rosas en un solo momento;
se tarda un suspiro, un suspiro lento,
que flota en el aire y seduce al poeta;
un suspiro lento, que sale del alma y ya nunca regresa.
Derrotada y caída, vencida y dormida, atento el oído. ¡Ay! La tierra y su olor, ¿notas el frío?, me estremezco, es el dolor que viene. Espinas, sangre tibia. ¡Quién fuera roca! Lloran y tiemblan de pena, escuchando quejidos que estremecen acantilados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario