Intenta
escribir, no importa el qué, pero escribir es importante, mantiene unidas las
conexiones mente-mano e impide que se vicien. La mente piensa, la mano escribe,
no hay más en el proceso. Pero la mano debe centrarse también, no puede temblar
para que lo escrito sea legible. A veces la mente se empeña en divagar, ¡ojo!
porque ya sabemos que es más rápida que la mano; por eso hay que controlarla, frenarla,
que no se precipite. Pausa, presente, aquí y ahora, sólo eso.
Recuerda que
pasará, siempre es así, solo debes tener paciencia, no prisa, porque nunca es rápido, tiene su ritmo, lento
pero constante. Sólo espera, espera y confía.
Y mientras
tanto, el tiempo se desliza, la respiración se ralentiza, el pecho se acompasa
y el abdomen se afloja. Breathe in breathe out, nothing more and nothing less.
Espera
a que la química haga su trabajo, ahí
dentro, entre las neuronas, eres el catalizador si le das tiempo y tienes fe.
Tiempo y fe,
es lo que hace falta, lo que necesitas. No es mucho, aunque ahora lo parezca.
Cuando el valor del gráfico descienda por la pendiente, te parecerá una
nimiedad, porque lo más pequeño se cree grande
en la cima. En la suave pendiente, colina abajo, el placer del descenso
hace olvidar todo lo malo, consigue enterrar en el olvido el sufrimiento del
ascenso.
Solo te queda
bajar, todo bien, relájate. Sí, echabas de menos escribir de verdad,
mano-mente, sin teclas intermedias que estorben la conexión, no es lo mismo,
nada lo es.
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