El
último humano sobre la tierra pasea indefenso sin tocar nada,
observando,
buscando.
De
fondo se escucha la banda sonora compuesta por nubes rozándose. Ni gota de frío.
El
tiempo se para de golpe; no hay antes ni después, sólo el ahora,
espeso,
caliente, concentrado sin sabor que no se puede tragar, ni respirar.
El
último humano sobre la tierra tropieza,
cae
de rodillas al suelo, no puede más.
Se
arranca las ropas, se tira del pelo, se araña la cara
y grita,
mirando
hacia arriba, hacia el cielo, hacia el infinito.
Se
tumba de espaldas para beber la sal de sus lágrimas.
Levanta
los brazos implorando piedad y de repente…, la brisa.
Es
hora de levantarse, limpiarse la cara y seguir paseando como si no hubiera
pasado nada.
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