No cambian las cosas si yo voy o vengo,
no mueren las rosas en un solo momento;
se tarda un suspiro, un suspiro lento,
que flota en el aire y seduce al poeta;
un suspiro lento, que sale del alma y ya nunca regresa.
Le debo a mi prima la idea de utilizar las conchas y la arena que recogemos a veces en la playa para algo más que para llenar un bote de cristal y servir de adorno.
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