sus hojas cantando un lenguaje tan antiguo que ya nadie entiende,
mil veces escuchado y mil veces olvidado.
Nos miran con la suficiencia que dan los años,
observan y esperan desde la altura, cordiales pero indiferentes,
amigos que no son, sólo conocidos.
El ritmo no es nuestro, el tiempo no es nuestro tiempo,
se cruzan a diferente nivel, ni se buscan ni se encuentran.
Tal solo estamos, y estando somos,
siempre juntos, siempre separados, sin vernos, sin escucharnos.
Tan solo este fugaz y eterno instante.
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