El apego es un lazo afectivo extremadamente fuerte y de larga duración que se establece entre el niño y normalmente la madre. Este apego se plasma en las llamadas “conductas de apego”, que son fácilmente observables y clasificables. La función de estas conductas es fundamentalmente adaptativa ya que la predisposición de las crías a permanecer cerca de un adulto hasta adquirir la destreza y habilidades necesarias para explorar el entorno de forma autónoma, favorece la supervivencia.
Aunque la concepción teórica se la debamos a Bowlby, es necesario recordar la importancia de la doctora Mary Ainsworth en la parte experimental con el diseño de la situación experimental conocida como Situación Extraña (The Strange Situation).
Bowlby señala cuatro etapas en la formación del apego:
- Preapego (hasta los seis semanas)
- Formación del apego (seis semanas a seis-ocho meses)
- Apego (seis-ocho meses a dieciocho meses-dos años)
- Relaciones recíprocas (18 meses-dos años en adelante)
Estas conductas de apego también pueden tener ligeras variaciones culturales debido al hecho de que no todas las culturas fomentan del mismo modo o con la misma intensidad la independencia.
En cuanto a los estudios experimentales, la “situación extrañada” diseñada por Ainsworth ha sido de una importancia crucial para identificar las conductas precisas y las variables implicadas. Esta “situación extrana” consistió en observar la conducta del niño en un total de ocho escenarios diferentes en los que se producían separaciones y reencuentros con la madre. Según el grado de seguridad mostrado por los niños, Ainsworth distinguió entre:
- Apego seguro
- Apego evitante
- Apego resistente
- Apego desorganizado/desorientado
Por supuesto, con la aparición de estos tipos de apego tiene mucho que ver las pautas y modos de conducta que muestre la madre, es decir, su nivel de sensibilidad/insensibilidad a las a las señales del bebé, de aceptación/rechazo al cuidado del hijo, etc.
Este tipo de teorías nos ayudan a comprender los efectos que la falta de relaciones o lazos sólidos en el desarrollo pueden tener en casos extremos como el de niños institucionalizados o incluso en hospitalizados de larga duración. Existen estudios interesantes sobre estos casos e incluso sobre niños prematuros, así como sobre la formación de vínculos con otras figuras de apego que no son la madre.
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