Uno de los mayores placeres del verano es la posibilidad de comer al aire libre. Si pudiera, yo desayunaba, comía y cenaba al raso. Nunca entenderé a la gente que teniendo jardín o terraza no la aprovecha.
No creo que haya mucha gente que no disfrute de una barbacoa y más si es en compañía de buenos amigos. Hay algo mágico en la parrilla que hace que todo sepa mucho más rico.
Eso sí, hay que saber variar y no limitarnos a la costilla de siempre. En una parrilla se puede hacer prácticamente de todo, carnes, pescados, verduras, arroz, marisco... Y todo, todo, sale de rechupete.
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