miércoles, 13 de noviembre de 2013

"Brújulas que buscan sonrisas perdidas", Albert Espinosa

Brújulas que buscan sonrisas perdidasBrújulas que buscan sonrisas perdidas by Albert Espinosa
My rating: 3 of 5 stars

Suelo echar un vistazo general a a algunas reseñas de los libros que leo, pero lo suelo hacer una vez terminada su lectura, no antes, ya que no me gusta empezar un libro con demasiado prejuicios, o en su defecto, con expectativas demasiado altas. En algunos casos, es misión imposible, ya que hay ciertos títulos que adquieren tal renombre o acaban siendo tan mediáticos que es difícil no dar con alguna opinión en algún medio.

Mi único objetivo al leearlas es chequear el grado de convergencia o divergencia de mi opinión con respecto al resto. ¿Por qué? Porque no pocas veces me encuentro con sorpresas que me invitan a reflexionar. Y reflexionar, como leer, siempre es bueno.

Cuento ésto porque a veces está bien darse cuenta de la influencia a veces subliminal que pueden ejercer sobre nosotros las opiniones de otros. En este caso, si hubiera leído antes las críticas de “Brújulas …” seguramente no hubiera leído el libro, y la verdad, no es por espíritu de contradicción (o a lo mejor sí) pero no me parece un libro tan malo como algunos críticos se han empeñado en señalar.

Supongo que es lo de siempre, esa diferencia, esa línea tan artificiosa, que algunos han construido para separar la literatura y el bestseller ,convirtiéndolas en categorías mutuamente excluyentes, no complementarias, sin darse cuenta que esa clasificación dice más de ellos que de los libros que clasifican. No se puede negar el valor literario de algunos bestsellers, (al igual que el nulo valor de otros) pero tampoco debería ser un crimen tan horrendo afirmar que algunos libros encumbrados por la crítica tienen de valioso lo que una piedra falsa en un zoco.

Las categorías siempre son peligrosas, y en este caso más, ya que muchas veces la distinción no viene dada por ningún otro motivo más que el puro y duro marketing o por la estrategias de distribución. Estoy convencida, porque ya lo he visto muchas veces, de que el mismo libro publicado por una editorial diferente, genera expectativas y críticas diferentes. Por eso, vuelvo a repetir, las reseñas sí, pero solo por curiosidad de ver lo que opina el vecino. Nada de agobios si esa opinión no se parece a la tuya.

Con esa repugnancia por las masas que caracteriza a algunos críticos, nos toca ser testigos de cómo admitir alguna bondad en un libro que leen más de un millón de personas les parece rebajarse, y casi puedes notar cómo se les hincha el pecho al recomendar otro como el summun del arte literario pero que por alguna extraña razón (o seguramente por ésa) resulta infumable para el común de los mortales (en algunos casos estoy convencida de que también para ellos, pero ni muertos lo reconocerán). También les puedes oír chirriar cuando una de esas obras maestras logra traspasar la línea y acaba siendo aclamado por el "vulgo". Qué poco elegante.

Y es que a veces nos perdemos en lo superfluo y nos olvidamos de la verdadera esencia de los libros, y de la verdadera razón por la cuál, la mayoría de nosotros, lee.

Me he desviado del tema, y es que estaréis esperando que con esta introducción encabece una defensa a ultranza de “Brujulas….”. Pues os voy a decepcionar y es que no me ha parecido un libro excepcional, si es que tal cosa existe, un poco ñoño a veces, pero sí lo suficientemente bueno para haber movido cosas en mí, haberme provocado debates internos (¡ay! la reflexión otra vez) y generado esos minutos que los aficionados a la lectura conocemos que se dan(no siempre pero cuando lo hacen, qué bien saben) al girar la última página de un libro y tener que decirle definitivamente adiós a la historia.

No es un libro perfecto, pero me apetece mucho defenderlo, porque he visto que el denominador común de las críticas que he leído estos días se vinculan con:

a. el hecho de la “comercialidad” (odiosa palabra) y el punch mediático del señor Espinosa, supongo que debido al éxito de "Pulseras Rojas", que hasta concitó el interés de Steven Spielberg (claro, el director "comercial" por excelencia). ¿De verdad éso es tan malo?

b. el hecho de su brevedad (129 páginas). ¿En serio? ¿Queremos acabar como con el cine, que últimamente parece que no es digna de mérito cualquier cinta que no supere las dos horas, aunque la historia se pueda contar en quince minutos y te sobren cinco?. No es éste el momento para hablar de este tema que también me indigna a veces.

c. ¡Ah! Y también que hay un exceso de puntos suspensivos que “entorpecen la lectura”, “haciéndola fastidiosa”, “para acabar hartos”, … Absolutamente cierto, no voy a negar lo evidente, son un MONTÓN, con mayúsculas, de puntos suspensivos, pero dejadme que me confiese: yo no me había dado cuenta, o por lo menos, no hasta el punto de que me entorpeciera o fastidiara nada. Me he sentido como una auténtica tonta al comprobar que no he sido capaz de ver lo mismo que espíritus más elevados que el mío, aunque pensándolo bien, he tenido la ventaja que no han tenido ellos, de que no me han estorbado para nada. No se, tal vez a mí me iban con el tono de la historia y con la melancolía del personaje principal y por eso no me han llegado ni siquiera a llamar la atención. De hecho, ahora sí me la fastidia (la atención), porque después de leer las reseñas, y recuperar el libro para ver si era cierto (porque en serio, que yo no me había percatado), ahora sí que no puedo resistir el fijarme en esos insidiosos y machacones puntos suspensivos. (Una razón más para no leer críticas con anterioridad).

Vale, alguien debería enseñarle a Albert Espinosa las ventajas del punto seguido o del punto y aparte, pero sinceramente, con críticas de tan poca enjundia como las enumeradas, no me parece justo no darle una oportunidad a un libro.

Pero anécdotas aparte, yo sí os recomiendo “Brújulas…”. Me da igual si es un bestseller, una obra maestra o un zurullo, a mí me ha provocado, me ha gustado y me he quedado con frases tan certeras que me han encantado (la presencia de estas frases, otra crítica, sería la número 4). Entre ellas voy a destacar una porque por razones personales me he sentido muy identificada: "Siempre que miras fotos, descubres que todo era mejor de lo que tú creías..." (con puntos suspensivos, por supuesto).

Para mí, que no aspiro al Nobel de Literatura, tan solo como mucho a plasmar lo que me pasa por dentro y que alguien (una sola persona o cien millones) regale dos minutos de su vida leyéndolo, es más que suficiente.



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