jueves, 6 de septiembre de 2012

Nidos

Me cayó del cielo cuando agité el avellanero que tenemos enfrente de casa. Junto con las ansiadas avellanas, apareció este nido que afortunadamente ya estaba vacío, los polluelos lo habían abandonado hace tiempo.

Me hubiera sentido terriblemente culpable sino. Espero que estén explorando cielos más felices que los que he dejado tras de mí este verano. Les deseo mucha suerte en todas las vicisitudes que les tocará afrontar y las aventuras que sin duda vivirán.

Este otro lo encontramos por casualidad entre las zarzas al buscar moras.

Pobres, casi a ras del suelo y fuera de temporada, me pregunto cómo estarían tan despistados estos sufridos padres. Serían padres proletarios que han tenido que conformarse con los sitios que quedaron después de que los espabilados y ricos de turno se agenciaran los mejores.

Me ha dado pena no haberme quedado el tiempo suficiente para verlos salir del cascarón, me hubiera gustado, siempre es reconfortante comprobar que la Vida con mayúsculas sigue, indiferente a todo y a todos.


Este de golondrinas es del año pasado, pero cada primavera se instala una familia nueva en el tejado del "palleiro". 




Ya lo dijo  Gustavo Adolfo Bécquer:











Volverán las oscuras golondrinas
en tu balcón sus nidos a colgar,
y otra vez con el ala a sus cristales
jugando llamarán.
 
Pero aquellas que el vuelo refrenaban
tu hermosura y mi dicha al contemplar;
aquellas que aprendieron nuestros nombres ,
esas...¡no volverán!
 
Volverán las tupidas madreselvas
de tu jardín las tapias a escalar,
y otra vez a la tarde, aún más hermosas,
sus flores se abrirán.
 
Pero aquellas cuajadas de rocío
cuyas gotas mirábamos temblar
y caer como lágrimas del día...
esas... ¡no volverán!
 
Volverán del amor en tus oídos
las palabras ardientes a sonar;
tu corazón, de su profundo sueño
tal vez despertará.
 
Pero mudo, absorto y de rodillas
como se adora a Dios ante su altar,
como yo te he querido... desengáñate,
¡así... no te querrán!  
 

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