- La primera entrevista
- La segunda entrevista
- Primer día
- La bendición
- La estrategia del general
- Navidad
- Peces y libros
- Un día cualquiera
- El viaje astral
Capítulo 10. NUEVA ETAPA
Este lunes pensaba salir pronto
pero a última hora me colocaron un recadito: ir a la casa de Pitonisa Germana
para llevarle un sobre. ¿Qué les costará llamar a un mensajero? Llegué a duras
penas con las indicaciones que me dio el Socio (la orientación espacial de este
hombre es un asco).
Estuve cinco minutos llamando al
timbre y estaba a punto de irme cuando la puerta se abrió y Pitonisa vestida
con lo que me parece un pijama me invitó a pasar. Por lo visto estaba pasando
consulta o como se llame lo que hace.
Cogió el sobre y me dijo que
esperara un momento mientras iba a por
la cartera. Estuvo rebuscando un buen rato. No me lo podía creer, ¿me iba a dar
una propina?
Como abrió el sobre en mi
presencia, así me enteré que lo que había dentro era la invitación a la comida
de cumpleaños de Corbata Hiriente. No me lo podía creer. ¿No hubiera bastado
una llamada telefónica?
Para mitigar mi enfado, acepté la
propina y la utilicé para comprarme un libro.
Hoy nos hemos enterado que vamos
todos a la comida, no sólo el “elemento femenino”. También están invitadas Pitonisa
Germana y a otra amiga especial que es pintora. Supongo que la invitación a la
pintora le llegó vía Sosaina. ¿También le habrán dado propina? Si no anduviera
evitándole, se lo preguntaría.
Otra novedad es que no vamos a
comer en su barrio, (con la curiosidad que tenía yo por conocer a sus vecinas)
sino en el mismo restaurante asiático dónde comimos en Nochevieja.
Cuando llega el día, vamos desde el Cubo todos juntos como un rebaño de
ovejas. El jefe llega tarde, con Pitonisa Germana colgando de un brazo y la que
supongo que es Pintora del otro.
Pitonisa Germana va tan hortera y
llamativa como la otra vez. Hoy sin turbante, se le ve la melena oxigenada con
rizos sobre una cabeza enorme. Tampoco trae perrito y cuando alguien le
pregunta por él, se echa a llorar. El pobre ha muerto hace poco “de un problema
intestinal”. No me sorprendo, recuerdo cómo le daba de comer.
Pintora es una señora de mediana
edad algo extravagante, con el pelo violeta y muy dicharachera.
La chica de la tarde, la del
ataque de llanto, a la que iba despedir pero continúa por aquí, se sienta al
lado del Socio y no para de reírse cada vez que él abre la boca. Si existe algo
lo más alejado posible de lo que es un
tío gracioso es este hombre, así que deduzco que la chica está coqueteando o
simplemente es tonta de remate. Según va transcurriendo la comida, confirmo la
segunda opción.
“Las Lidias” hemos comprado un encendedor en nombre de todos. No queríamos hacerlo,
Corbata Hiriente va a pensar que le apreciamos, pero el Socio nos insistió. Pintora
le ha regalado unos puros, así que puede decir que tiene un día perfecto.
Le pedimos al chino que trajera
una velita en su postre (nuevamente presión por parte del Socio) y Heidi casi se atraganta cuando le escucha
pedir yogur. Encima el camarero se le olvida y cuando está a punto de dejar el
yogur en la mesa, vuelve corriendo a la cocina, dejando a Corbata Hiriente con
cara de bobo y cucharla en alto. Cuando vuelve, trae una vela que por las
dimensiones ha quitado del candelabro que había en la entrada. El jefe no para
de preguntar si ha sido idea del
restaurante o nuestra.
–Gracias, es un detalle muy
bonito.
Antes de soplar la vela cierra
los ojos y dice bajito:
– “Pasta, pasta”.
L o cierto es que se porta como
el jefe ideal. No se mete con nadie,
agradece y se emociona con los regalos y paga la comida o eso suponemos porque
salimos sin preguntar.
Todos teníamos preparada una excusa
para largarnos si la cosa se alargaba, pero no hace falta utilizarla porque él
es el primero en despedirse y marcharse con sus “amigas”.
Como el jefe no está, nos sentamos para tomar un café en la terraza. Hasta el Socio
se queda. Nos cuenta que se va a ir de vacaciones unos días. Se le ve muy risueño
y más hablador que otras veces. No sé qué habrá bebido pero en un momento comenta
que el yogur de Corbata Hiriente parecía “semen congelado” y empieza a reírse,
atragantarse y a toser todo a la vez, como repugnantemente hacen los fumadores
crónicos. El estómago de Sosaina creo que se resiente del comentario o de las
gárgaras del Socio y se excusa para ir al baño.
Cuando el Socio se va, nos
relajamos de verdad. Empezábamos a sospechar que se había quedado a modo de
topo para sonsacarnos información o algo así.
Sosaina por fin me pilla a solas en un
descuido y los dos pasamos el mal trago de mi rechazo. Después de mis calabazas
decide que va a pasarse al turno de tarde. No imagino qué excusa le pondrá a
Corbata Hiriente.
Poco a poco, la gente se va
marchando. Me gustaría alargar la velada, pero no me apetece quedarme a solas
con Sosaina que se está haciendo el remolón, así que me marcho con Heidi. Leo
la decepción en el rostro de Sosaina y casi me da pena.
Al día siguiente, Corbata
Hiriente llega vestido con vaqueros y sin corbata. Nos quedamos mirándole
embobados pero nadie se atreve a decir nada. Nos toca reunión.
–Quiero informarles que estamos
en una nueva etapa.
¿Cuántas llevamos ya? He perdido la cuenta. Esta, por lo visto
durará hasta el 30 de abril y a partir de ahí comenzará otra hasta el 31 de
agosto. Me pregunto qué fuentes estará consultando.
Por supuesta cuenta con Heidi (“aunque
hay que refinarla un poquito”, dice con ella delante), y conmigo. De Sosaina tiene dudas porque no ve resultados.
Nos pide que vayamos todos a
jornada completa aunque de dinero ya hablaremos en abril.
–Negociaremos entonces –nos dice.
También nos anuncia que se va a
coger unos días libres para ir a Roma.
–Para ver al Papa.
Y se levanta sin darnos tiempo a
preguntar nada.
–¡Señorita Lidia!, quiero que
venga conmigo a una visita –grita de camino a la puerta -.
Yo rezo para que sea la otra Lidia, pero no
tengo esa suerte.
Nos perdemos por el camino (el
Socio le ha pasado la dirección). Se
enfada conmigo porque no llevo chaqueta y antes de entrar al despacho del
posible cliente, me hace practicar diferentes formas de dar la mano. Después se
va al baño y me deja sola más de media hora. El cliente se enfada por tener que
esperar y ya no nos quiere recibir.
Volvemos a la oficina dónde nos
esperan dos chicos nuevos, uno muy guapo
que empezó ayer por la tarde y otro tan alto que parece jugador de baloncesto y
que comienza hoy. Guapo nos informa de
que el Socio se ha tenido que ir porque le ha salido un flemón.
Corbata Hiriente menea la cabeza
con preocupación:
–Este pobre hombre se está
muriendo” – nos mira–. Tengo un buen ojo para estas cosas –menea la cabeza–. Le
voy a echar en falta para comercializar
Después se marcha con los nuevos
para que “ vayan conociéndole” y me encarga que ponga por escrito lo que hemos
hablado.
Lo malo de la jornada completa es
que casi no tengo tiempo para comer.
Suelo ir al bar del Bizco o a la Cafetería Jubileta a picar algo. Doña
Calceta es un amor que me ha hecho un gorro de lana precioso y me da
innumerables consejos para cuidar bien de Paquito, (a Perfume Anestesianteta me
la encontré flotando hace unos días). A veces tengo algún minuto para hacer
algún recadito como ir a comprar más de
ese dichoso ambientador (“le delego”) en el supermercado que tampoco vi el día de mi entrevista.
Por las tardes prácticamente no
hay nada que hacer. Las que más ocupadas estamos somos “las Lidias”. Los dos
nuevos no hacen nada más que mirar la pantalla. Alguno de ellos debe de ser cleptómano,
porque el material de oficina ha empezado a escasear. Como las Lidias somos las
únicas que por lo visto utilizamos bolígrafos, cada día nos las vemos y
deseamos para encontrar uno. He optado
por llevar uno en el bolso y no soltarlo en ningún momento. Pero siempre hay un
momento de descuido, te olvidas de custodiar el Bic y cuando te quieres dar
cuenta ¡zas! ha desaparecido. Heidi me dice que podíamos ponerle una cadenita
como en los bancos. «Somos patéticos», pienso yo.
Con Corbata Hiriente de vacaciones,
además, los días transcurren en medio de una tranquilidad y aburrimiento
letales.
Pero cuando regresa es peor. Tal
vez porque no ha conseguido ver al Papa,
su humor está bastante negro.
–Van a ir todos al paro –nos
anuncia en la primera reunión tras su vuelta.
Estoy bastante harta así que no me puedo reprimir y le pregunto si quiere que me quede en casa a partir del
lunes. Se sorprende bastante y me pide que no vuelva a decir esas cosas nunca
más. Luego parece pensárselo mejor porque dice:
–No se preocupe. Puedo
recomendarla.
Me voy a las siete en punto, con
ganas de mandarle a la mierda y quedarme en paro de verdad.
Antes de irme me dice:
–Mi padre está de visita – pausa–.
Pesa 105 kilos.
Sus saltos en la conversación me
siguen sorprendiendo. Le pido que le de recuerdos a su padre de mi parte,
aunque no le conozco. Ni quiero.
De camino al bus, voy pensando en
cómo será mi vida de nuevo en el paro. Está claro que cada vez hay menos que
hacer. No es que el Cubo haya destacado nunca por su actividad, pero
últimamente estamos en las últimas. Las
tardes que no está Corbata Hiriente ni el Socio, nos la pasamos de cháchara, jugando
a bolos con bolas de papel como el otro día, mirando a los obreros de la obra
del parque, o asustando a los nuevos que
siguen viniendo con historias truculentas sobre el jefe y el Socio. ¡Como si
hiciera falta! Pero es que nuestro nivel de aburrimiento algunas veces roza la
zona de peligro. Algunos viernes salimos al supermercado y acabamos en el sofá comiendo bollitos de mantequilla.
En paro y gorda, ese es mi
futuro, aunque mi horóscopo de hoy no ponga nada de eso.
No hay trabajo pero Corbata
Hiriente sigue cogiendo gente en prácticas. La última en venir fue una amiga de Heidi; duró el tiempo que
Corbata Hiriente tardó en llevarla al Hotel. Allí acabó llorando y se marchó
para no volver. Y eso que debía de venir prevenida, ¿no? O a lo mejor no, igual
no era tan amiga y por eso Heidi le dijo que viniera.
Los días que sí está en la
oficina, son un calvario porque no tenemos nada que hacer y como él tampoco, nos
pasamos el tiempo de reunión en reunión para tratar banalidades. En la última
nos comunicó la lista de invitados que está preparando para la próxima comida
de Navidad. De momento sólo estamos Heidi y yo. ¡Ah! y Estrella del Amanecer que en otro viaje astral reciente, le confirmó
a Corbata Hiriente que le gustaría acudir. Sosaina y Medio Calvo son
interrogantes, no sé por qué. El Socio sale y entra de la lista, depende del
momento.
(continuará)
No hay comentarios:
Publicar un comentario