lunes, 6 de agosto de 2012

Unos ojos que nos miran

Unos ojos que nos miran desde todas partes,
ángulos encontrados para una verdad doliente,
triste mirada la que nos contempla:
la de nuestros errores pasados.
 
La fe ciega dirige el progreso,
hunde las raíces de la discordia
y alimenta el odio y la furia.
Futuro incierto sobre sombras chinescas,
proyecciones sin dueño.

El porvenir no es próspero,
la espada de la desdicha se abate,
ojos húmedos, sonrisas muertas,
la piel quemada y detrás, los músculos,
rojos como el fuego, como el oro,
rojo sangre, rojo tierra sin dueño,
desierto sin estrenar,
guijarros en mis plantas, heridas en mis pies.

Si la mano que ondea esa bandera
meciera el mundo, acunara al niño…

Mis lloros sobre la arena germinaron,
flores negras, pétalos de rencor,
petróleo que no se come,
tinieblas, oscuridad, negra noche, negra luz.

Esos animales con sus ojos sin vida,
escamas que se desprenden.
Yo también busco el renacer
a un mundo nuevo y mejor
pero el alma podrida perpetúa la muerte en vida.

No hay retorno para los necios
ni reencarnación para los tontos.
Fútil esperanza de encontrar el aliento creador,
de estas cenizas sólo renace el viejo rencor,
tal vez porque nunca murió
y si lo hizo nadie se enteró.

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